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El asesinato de una joven embarazada despierta la conciencia de Rumania sobre la violencia machista

El autor del homicidio, expareja de la víctima, se suicidó tras verse acorralado por la policía. El país tiene leyes “pero no se aplican o si se hace es de forma superficial”, dice una experta

Manifestación contra la violencia machista en Bucarest el martes 3 de junio de 2025.
Raúl Sánchez Costa

Un hombre disparó a sangre fría a una mujer embarazada de 23 años frente a su hija de tres en un complejo residencial ubicado al norte de Bucarest el pasado sábado, alrededor de las siete de la tarde (una hora menos en la España peninsular). La víctima, Teodora Marcu ―conocida en su país por participar en el reality show La isla de las Tentaciones―, recibió de cerca y sin previo aviso tres balazos: uno en el pecho y dos en el abdomen. Le disparó Robert Lupu, su expareja, según se aprecia en las cámaras de videovigilancia. Pese a la rápida intervención de los servicios médicos, la joven ―embarazada de casi cinco meses― falleció poco tiempo después mientras estaba siendo trasladada al hospital.

Mientras, el agresor se había esfumado del lugar del crimen. La policía lo encontró tres horas más tarde en un bar próximo, donde se tomaba tranquilamente una copa de vino, según relatan varios testigos. El individuo, de 49 años, había colgado en redes mensajes perturbadores antes del homicidio, como “es solo cuestión de tiempo”, y llevaba consigo dos armas de fuego; una de ellas, con 14 cartuchos. Acabó por suicidarse al verse acorralado por los agentes.

El hombre agredía a la joven desde que tenía 14 años. Después de años de abusos sexuales, físicos y mentales, y varias denuncias policiales por amenaza, la víctima había conseguido una orden de protección en 2021, pero el agresor nunca llegó a ser procesado.

Ahora, Teodora Marcu es la vigesimoquinta mujer asesinada por violencia machista en Rumania en lo que va de año; y fueron 34 el pasado año. Una cifra que, denuncian una y otra vez las organizaciones dedicadas a la lucha contra la violencia de género, indica que el número de feminicidios en este país de la Europa del Este es preocupante. En la última década, se calcula que han sido asesinadas por violencia machista 514 mujeres.

El crimen ha horrorizado a todo el país, de unos 19 millones de habitantes, que venía de elegir el pasado 18 de mayo a un presidente proeuropeo en detrimento de un líder de extrema derecha, que evitaba condenar la violencia contra las mujeres. “Debemos hacer publicidad de manera amplia en la población de que el Estado rumano no tolera este fenómeno”, dijo el recién elegido presidente, Nicușor Dan. Un crimen, este, que además ha evidenciado de nuevo las deficiencias de las autoridades para frenar este problema estructural.

“La violencia contra las mujeres es el resultado de relaciones de poder desiguales entre mujeres y hombres, en un contexto social en el que se promueve un discurso de odio contra ellas, en el que se promociona un modelo de masculinidad tóxica, como el de los hermanos Tate, que alienta y legitima la violencia contra las mujeres”, explica Andreea Braga, experta en violencia de género del Centro Filia, una organización feminista que busca dar voz a las mujeres.

“En una sociedad fuertemente patriarcal, donde se imponen los roles tradicionales de género, la violencia contra las mujeres se convierte en el instrumento para controlar y disciplinar el comportamiento de ellas”, prosigue la también investigadora. Además, subraya que a esta realidad se añade que se suele culpar a las víctimas y justificar a los agresores; lo que termina por desalentar a las supervivientes.

“La sociedad no cree a las víctimas, las denuncias tardan mucho tiempo en resolverse, al tiempo que ellas viven bajo el terror de que en cualquier momento algo pueda suceder. Los actos de violencia no son percibidos como hechos graves y se ordena renunciar a la acusación, como fue el caso de Teodora Marcu”, denuncia Braga.

Para ello, desde su asociación abogan por formar a la policía, fiscales, jueces, personal sanitario y trabajadores sociales. “Se necesita comprender la dinámica que existe en los casos de violencia de género, entender las diferentes reacciones de los supervivientes y que todos los profesionales tienen el deber de intervenir profesionalmente y con dignidad para ayudar a las supervivientes, independientemente de su estatus social, etnia y nivel de educación”, reclama. Su organización concitó el martes a miles de personas, en su mayoría vestidas de negro, delante de la sede del Gobierno para exigir el endurecimiento de la legislación contra los feminicidios.

Leyes que no se aplican

Para Mihaela Miroiu, profesora de la Escuela Nacional de Estudios Políticos y istrativos de Bucarest, “esta trágica historia, repetida cientos de veces, en varias formas de violencia contra las mujeres, tiene explicaciones, nunca excusas”. “Tenemos leyes en Rumanía, pero no se aplican o si se hace es de forma superficial; después, las políticas reales de igualdad de oportunidades son meramente declarativas la mayoría de las veces; y una educación enfocada en la dignidad y mismos derechos de trato no es una política estatal”, remarca la especialista en teorías feministas.

También lamenta que las organizaciones no gubernamentales que luchan por defender los derechos de las mujeres no tienen un interés público y que, por tanto, no obtienen ningún apoyo por parte del Estado. “La representación política de las mujeres es ridículamente baja, y la que hay se debe principalmente por obediencia. En realidad, los hombres son el Estado. Las mujeres están desconsideradas, son humilladas y, a veces, asesinadas”, incide Miroiu.

Según datos oficiales, en los primeros meses de este año hubo una media de 14 casos de violencia de género cada hora en Rumania. La policía tuvo que intervenir en más de 40.000 casos. En un estudio publicado por Eurostat en noviembre de 2024, Rumania ocupa el cuarto lugar en la clasificación europea sobre la violencia contra las mujeres, por detrás de Hungría, Finlandia y Eslovaquia.

Sólo el pasado año, hubo más de 130.000 intervenciones policiales. Asimismo, casi 13.000 víctimas de violencia intrafamiliar se beneficiaron de los servicios de ayuda, de las cuales 2.669 eran adultas y 10.316 menores, de acuerdo con el Centro Filia.

“Los presuntos autores de amenazas, chantaje, abusos y violaciones no son juzgados muchas veces al tratarse de un hecho cometido por su actual o antiguo marido o pareja”, señala Corina Voicu, jueza retirada y actual vicepresidenta de la Asociación de Derecho y Educación para Todos (ADEPT). También indica que las denuncias no se agrupan, lo que provoca también que no se cumplan las órdenes de alejamiento y que los magistrados no estén tampoco especializados en la violencia de género.

Tampoco ayuda la coyuntura sociopolítica del país, con el ascenso del ultranacionalismo, cuyo principal partido es la segunda mayor fuerza en el Parlamento y sigue aumentando en intención de voto, según las encuestas. “La extrema derecha está fomentando esta relación de poder desigual entre mujeres y hombres”, advierte Braga.

El teléfono 016 atiende a las víctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del día, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. También se puede ar a través del correo electrónico [email protected] y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación ANAR 900 20 20 10. Si es una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.

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Sobre la firma

Raúl Sánchez Costa
Periodista en la Europa del Este desde 2004. Escribe en El PAÍS sobre Rumania y Moldavia desde 2008. Ha trabajado en Xinhua, EFE y Euronews y, en la actualidad, sigue colaborando con Presse. Tiene un máster de Estudios Europeos por la Universidad de Iași (Rumania) y otro de Relaciones Internacionales y Comunicación por la Complutense.
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