Guitarricadelafuente: “En lugar de pensar que todo se va a la mierda prefiero dejarme llevar por la ola y disfrutarlo”
Quien fuera el cronista de la España vacía emprende ahora un viaje personal y generacional a la ciudad con su segundo disco, ‘Spanish Leather’


El encuentro con Álvaro Lafuente (Benicàssim, 27 años), más conocido por su nombre artístico Guitarricadelafuente, deja un efecto extraño: cuanto más le escuchas, menos lo entiendes; cuanto menos lo entiendes, más te intriga, y cuanto más te intriga, más quieres saber.
Por suerte, se ha pactado que en unas semanas volveremos a hablar. Ese primer encuentro en un hotel de Madrid fue en marzo, con motivo de la publicación de Full Time Papi, la canción que sirvió de adelanto de Spanish Leather, segundo álbum del cantante y guitarrista, editado el 16 de mayo. Full Time Papi se presentó con un videoclip explosivo, que mostraba a un Guitarricadelafuente distinto, o al menos en un paisaje nuevo. El aroma bucólico de su primer trabajo de 2022 cambiaba por cuerdas, látigos, sillas de montar y jóvenes desnudos entregados al deseo. Muchos se preguntaron qué quería contar porque desde luego es un videoclip que parece esconder muchos significados.


De hecho, en el podcast Sabor a Queer se lo preguntaron directamente. Lafuente vino a decir que sí, que en cierto modo Full Time Papi es un inmenso guiño a una comunidad queer en la que no sobran referentes, y mucho menos referentes con sus, digamos, antecedentes. Porque hasta hace un par de años aquel chaval que fue rechazado por O.T. y La Voz y consiguió notoriedad subiendo sus canciones a Instagram era para muchos el cantante favorito de esa veinteañera tirando a pija, pero también de esa amiga tirando a moderna a la que no le gustó que Lafuente contestase que sí y, al mismo tiempo, también un poco que no. Ella hubiera desado un poco más de claridad en la respuesta.
Él transmite buen humor. Lleva unos auriculares gordos sobre el cuello y sujeta una bolsa de papel, como si viniera de compras. Pero dice que no, no viene de compras, sino de su cuarto. ¿Acaso vive en el hotel? Vuelve a decir que no, que evidentemente, no. Reímos. Vive en Barcelona desde hace cinco años y asegura que lleva una vida muy apacible.
Todo parece preparado para convertir a Guitarricadelafuente en el nuevo artista español con proyección internacional: no es solo que las marcas de lujo se mueran por que las elija, que sus últimas fotos promocionales las haya hecho el respetado artista Wolfgang Tillmans, que haya colaborado con Troye Sivan o sonado en un anuncio de Apple dirigido por Spike Jonze y protagonizado por Pedro Pascal. Se ha convertido en una máquina de generar noticias: en el Festival de Cannes se anunció que protagonizará junto a Penélope Cruz la nueva película de Los Javis, esta misma semana ha lanzado en colaboración con Zara una colección inédita de ropa inspirada en el disco y no hay que olvidar que tiene casi dos millones de oyentes mensuales en Spotify y que en octubre actuará en el Movistar Arena de Madrid.
Por supuesto, como manda el canon en los discos que aspiran al público internacional, Spanish Leather se remató en Estados Unidos. “Fui a Los Ángeles. El disco entero se terminó de forjar allí. Ha sido un poco por paletismo. Por tener mitificados a los productores de Estados Unidos. Yo creo que no hace falta marcharse porque en España se pueden hacer discos increíbles. Pero es verdad que allí las cosas suenan diferente. Fui con las canciones medio terminadas y, aunque ellos no entendían el idioma, comprendían la energía. Aportaron una textura que te transporta a un mundo muy concreto. Era como hacer que la canción brillara. No sé si llamarlo pomposidad, pero algo así”. ¿Ha quedado pomposo el disco? “¡No!”, protesta. “Creo que no. De hecho, me ha ayudado a contar las cosas más claras, que era lo que quería en este álbum”.
Lafuente es un conversador atento, agudo y podría decirse que exquisitamente escurridizo. Con frecuencia, sus respuestas se convierten en largos excursos que poco o nada tienen que ver con la pregunta. A veces lo más interesante es observar cómo su mente —caótica, viva, arbitraria— se deshilacha en derivas improbables, como si estuviera flotando en el feed de Instagram. Habla de las entrevistas de Jesús Quintero a Antonio Gala. “Su visión del amor… del enamoramiento como entrega absoluta, me fascina”, dice. Y de ahí pasa a comentar, sin transición, un vídeo de YouTube: Paco Lucía tumbado en una hamaca. “Todo eso de la creación es mentira”, dice, imitando la voz del guitarrista. “El sufrimiento del artista... mentira. Los artistas de verdad vivimos así: echaos.”

Se le nota reconciliado consigo mismo. E incluso algo todavía más complicado que eso: con el momento histórico que le ha tocado vivir. Este es uno de los grandes temas del disco: abrazar la inmediatez, el frenesí, rendirse a la vorágine de los tiempos. “Soy consciente del lado oscuro de todo eso, pero creo que no debemos adoptar la mirada crítica de la generación anterior. En lugar de verlo todo negativo y pensar que todo se va a la mierda, prefiero dejarme llevar por la ola y disfrutarlo. Siempre pasa que hay poca tolerancia a lo que acaba de llegar, pero es porque no se entiende. Hemos de ver lo poético y lo bello que hay en el presente”.
Si lo dice Guitarricadelafuente un lunes por la tarde, con el sol cayendo, sentado en una butaca del vestíbulo de un majestuoso hotel madrileño, es fácil preguntarse si, efectivamente, hay algo un poco necio en tener veintipico años y pasarse el día sintiéndose culpable por mirar demasiado el móvil. Según explica, con este proyecto sentía la necesidad de contar historias actuales, y le vino muy bien colaborar con gente de su misma edad para comprobar hasta qué punto se sentían identificados con los temas de las canciones y con el sonido.
—¿Es un disco generacional?
—Al menos quiere serlo. Cuando escuchas a Mecano y oyes ciertas expresiones, o ves imágenes que no reconoces, sabes que pertenecen a una época muy concreta. ¿Por qué no crear algo que dentro de 20 años sea así de reconocible? Algo que diga: “Esta fue nuestra forma de ver la vida”.

La cantera, su primer disco, publicado en 2022 y producido por Raül Refree (Rosalía, Amaia), estaba profundamente inspirado en el folclore del pasado. El título alude a una expresión típica de los ancianos de Las Cuevas de Cañart, Teruel, el pueblo de su familia, que solían decir al ver pasar a los más jóvenes: “Ahí viene la cantera”. El álbum es un homenaje a sus raíces. “Cuando empecé el nuevo álbum estaba como… joder… al final…”. A veces, cuando se detiene a mitad de frase, algo que hace a menudo, clava la mirada en su interlocutor como para asegurarse de que le está siguiendo y de que le va a seguir allá donde vaya. “Sentía que la manera de entender el folclore ya no estaba en el pasado, sino en el presente. Me interesa cómo habla la gente ahora. Para mí, el folclore son las historias del pueblo. Ya he contado el lugar de donde vengo, ahora me apetecía hacer un folk actual, ese viaje del pueblo a la ciudad”.
Al terminar de responder, se gira hacia atrás y le pregunta a la responsable de comunicación de Sony, su discográfica, si tiene un poco de agua. Tras 50 minutos de conversación, aun queda por desvelar la gran incógnita, saber en qué medida Full Time Papi define su discurso como artista, saber si es lo que parece ser, y si lo que parece ser es en realidad tan importante. La charla deriva en Chavela Vargas. Es uno de sus referentes (le puso su nombre a su perro), habla de su “humanidad”, de su “pureza”. Se menciona aquella anécdota, posiblemente falsa, de cuando Chavela cantó El último trago sobre el ataúd de José Alfredo, con una botella de tequila en la mano. Es interesante pensar hasta qué punto Chavela puede ser considerada un referente dentro de la comunidad queer, ¿no? Antes de que termine la pregunta, él asiente con un carraspeo incómodo y, por primera vez en la conversación, se reclina hacia atrás en la silla. Se hace el silencio. “Claro, porque ella no confesó que era lesbiana hasta muy tarde”, dice, incorporándose de nuevo. “Cuando me preguntan por referentes queer… es que no tengo ni idea. Nunca he comentado nada porque, no sé, no he pensado en cuáles son mis referentes queer. No los tengo. Y me gustaría haberlos tenido”. Se detiene un segundo. Hace un esfuerzo evidente por encontrar las palabras precisas. “Al final yo hablo desde mi experiencia y sí, incluso… me gustaría servir como el referente que yo no he tenido, ¿sabes? Es que… no sé”.


El momento de incomodidad obliga a dar explicaciones: no se habría preguntado por este tema, un tema privado, si no fuera por las lecturas que ha suscitado Full Time Papi. “Cuando salió, hubo muchos comentarios. Gente preguntando qué necesidad había de mostrar tanta carne o tanta sensualidad. ¿Por qué esto incomoda, cuando en realidad no había nada explícito? Era algo bonito: representar el descubrimiento sexual que cualquiera puede vivir en su juventud, en su crecimiento personal. La experimentación, el disfrute... experiencias normales, que sin embargo se cuestionan. No sé... Yo empecé muy joven en la música”, dice. “Tuve exposición pública cuando aún estaba creciendo como persona. El hecho de irme de casa pronto, de llevar una vida adulta, me dio mucha seguridad. Para mí la música fue liberadora. Me dio una confianza que no había tenido nunca… te hablo de autoestima. El otro día, en Sabor a Queer, querían hablar de todo esto, y yo pensaba: ‘O he borrado todo lo que sentía de joven… o es que nunca he sido del todo consciente de las dificultades que pasé. No sé”.
A principios de mayo se celebra el segundo encuentro. El propio Lafuente se queja de que en la anterior entrevista habló mucho —¿demasiado?— de su pasado, y poco del presente. Por resumirlo: lo que se habló es que es hijo de una médico y un funcionario y hermano de una psiquiatra. En casa reinaba un ambiente saludable. De su padre, dice, ha sacado la sensibilidad artística, de su madre la entrega al trabajo. Cuando se metió en Arquitectura ellos fueron los primeros en animarle a que lo dejara por la música. Y tenían razón. Le fue tan bien que la primera gira la hizo con solo tres canciones en Spotify. Reconoce que el confinamiento por la pandemia, que pasó en Madrid, le vino bien: por fin tuvo tiempo para componer. Así se terminó de cuajar un cantante de rostro fino, gesto ensimismado, a veces sufridor, y melena rubia que le cae en forma de mechón sobre uno de los ojos. ¿Con qué parte de su antiguo personaje se siente hoy menos identificado? “Hay algo en esa imagen que se creó de mí… como de bucolismo, de cierta inocencia, incluso una infantilización, en la que no me reconozco. Siento que hay mucha gente que cree conocerte. Que te trata como si fueras mono. Y sí, también me he aprovechado de eso. Pero ya no me siento identificado con esa imagen inocente o cute”. Al escuchar esto se puede pensar en Miley Cyrus, en el momento en que dejó de ser Hannah Montana e hizo Wrecking Ball, ese videoclip en el que se desnuda, se balancea en una bola de demolición y chupa un martillo. ¿Full Time Papi sería tu Wrecking Ball? “Sí, sí”, ríe. “Seguramente”. No, en serio. ¿Lo sería? “Para mí no ha sido tanto un intento de romper con la imagen anterior como, simplemente, la vida. Ahora me siento así... pues ya está”.

Es decir: un poco sí. Al menos lo suficiente como para considerar como válida la hipótesis de que antes que un manifiesto, Full Time Papi marca un momento de transición en su vida, y en su carrera como cantante. Ya no es el trovador de la España vaciada. Y, al mismo tiempo, lo sigue siendo. Porque en esa inocente comunión con la naturaleza de sus primeros trabajos ya había algo de erotismo. En una generación brillante de músicos, en la que conviven una panda de intelectuales experimentales que se hacen llamar Rusia IDK, y una voz única, de esas que aparecen una vez cada veinte años, llamada Amaia, Guitarricadelafuente es el duende, el misterio, lo dionisíaco.
¿Y qué hay del nombre? ¿Aún se siente Guitarricadelafuente? “Cada vez más. He tenido mis dudas, claro. Pero, por una parte, me gusta la longitud del nombre, lo castizo que suena, lo flamenco. Justo ayer hablaba de esto con Amaia. Pensaba que, como es un nombre que da un poco de risa, o que cuesta tomarse del todo en serio, ya partes de esa premisa. Y eso, en cierto modo, siento que te da más margen para sorprender”.
Una pregunta final. Es el último día de la Tierra. Se levanta. ¿Qué hace? “Me despierto en una casa en la Costa Brava, en Begur, con mis padres, cuatro amigos, mi familia. Nos bañamos en el mar. Es mayo, 25 grados, índice UV de 8. Comemos una paella y vemos, desde la playa, cómo caen los meteoritos”. ¿Se llevaría la guitarra? “No. La guitarra no. La guitarra al fin del mundo... ¿para qué?”.
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