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El PP supera contra el “capo” Sánchez la dureza en la calle contra el “traidor” Zapatero hace 20 años

La alerta sobre la amenaza de la izquierda a la democracia y la nación vertebra más de veinte manifestaciones desde la oposición del partido de Rajoy, Casado y Feijóo

Bufandas con el lema 'Me gusta la fruta', evocando un insulto contra Pedro Sánchez leído en los labios de Isabel Díaz Ayuso en el Congreso, antes de una manifestación convocada por el PP en 2024 contra la amnistía a condenados por el 'procés'.Foto: Ricardo Rubio (Europa Press) | Vídeo: PP
Ángel Munárriz

“¡Presidente, presidente!”. Aunque le faltaba un lustro largo para mudarse a La Moncloa, Mariano Rajoy escuchó en forma de clamor la palabra preferida de todo líder de la oposición. Era 10 de junio de 2006 y la derecha lucía pletórica en Madrid. La serie de manifestaciones masivas contra el diálogo con ETA del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero convocadas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) con el respaldo del PP había empezado más de un año antes, pero esta entrañaba una novedad: al lema habitual, “en mi nombre no”, lo acompañaba otro, “queremos saber la verdad”, por una supuesta autoría oculta de los atentados del 11-M. El éxito de la protesta saltaba a la vista. EL PAÍS estimó en 200.000 los asistentes. En un segundo plano, diluido en la abundante representación del PP, a su vez mezclada con el gentío que abarrotaba Colón, apenas llamaba la atención el presidente del partido en Galicia, que ni siquiera estaba en el poder.

Alberto Núñez Feijóo ha pasado desde entonces de actor de reparto a protagonista de una historia que aquel lejano domingo escribió solo uno de muchos capítulos. Y que este domingo añadirá otro con una manifestación presentada como disyuntiva entre “mafia o democracia”. ¿Qué historia? La de las movilizaciones del PP primero contra Zapatero y ahora contra Pedro Sánchez. Un repaso a más de una veintena de protestas —a las convocatorias y manifiestos respaldados por el PP y a los mensajes de sus dirigentes— muestra que la inflamación retórica contra el actual presidente supera a la que enfrentó su último predecesor socialista.

Un portavoz oficial del PP señala que si el mensaje “mafia o democracia” es “más contundente” que los usados antes contra Zapatero o Sánchez es porque el momento es “más difícil”. Si con Zapatero las “cesiones” a ETA supusieron una “derrota anímica” tras el 11-M, ahora a las “cesiones al independentismo”, que han supuesto a su juicio un engaño para sus electores —sobre todo la amnistía—, se suma la “corrupción”. El portavoz puntualiza que “mafia o democracia” es el lema de la convocatoria, no de la manifestación, ya que esta tendrá otro con “una alternativa”, siempre —afirma— con la idea de “canalizar pacífica y democráticamente” el malestar.

Democracia y nación en riesgo

A partir de Zapatero, el PP descubre la calle, que casi había abandonado con Felipe González. No es que no hubiera salido nunca. Lo hizo en la Segunda República y el propio [Manuel] Fraga estuvo tras la pancarta después del 23-F. Pero era algo excepcional. Eso cambia hace 20 años, cuando el PP ve que puede tener tanto tirón como la izquierda y marcar la agenda desde la calle. Entonces dice ‘ancha es Castilla’, igual que ahora con Sánchez", analiza el historiador especializado en movimientos sociales Rafael Cruz, que observa cómo el PP ha mantenido estable su argumento central para la movilización: “La idea de que la izquierda traiciona la nación y la democracia”.

“Traición”, aplicada a la democracia, la nación y las víctimas, fue una palabra corriente en las al menos nueve manifestaciones del PP contra la negociación con ETA entre junio de 2005 y noviembre de 2007, la mayoría convocadas por la AVT. Y no solo en consignas y pancartas, donde hicieron fama las expresiones “Zapatero traidor” y “Z-ETA-P”, sino en mensajes oficiales. La imputación la había echado a rodar Rajoy, que en mayo de 2005 en el Congreso acusó al presidente de “traicionar a los muertos”. El líder de la AVT, Francisco Alcaraz —hoy diputado de Vox—, amplió la acusación en la manifestación del 4 de junio de hace veinte años, con Rajoy presente: negociar con ETA era “una traición” también a los vivos. La fórmula se volvió recurrente, como la acusación de “vender España”.

El entonces presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Francisco José Alcaraz, hoy diputado de Vox, durante una manifestación convocada por el PP en Madrid contra las "cesiones a ETA" en 2007.

A las imputaciones graves se sumaba el diagnóstico sombrío. “Nos encontramos ante uno de los momentos más críticos de nuestra joven democracia [...] Exigimos que la libertad y la democracia sigan vivas”, decía el manifiesto de otra protesta de 2006, a la que asistieron Rajoy y José María Aznar. Si se quita el “joven” y se sube todavía un grado más el dramatismo, las dos frases podrían figurar sin desentonar en las convocatorias con las que el PP —o grupos como Unión 78, NEOS o Libertad & Alternativa, con apoyo del PP— llaman desde hace años a movilizarse contra Sánchez.

La alerta por colapso democrático y quiebra nacional no solo resonaba contra la negociación con ETA. La prueba está en junio de 2005, un mes de hiperactividad movilizadora del PP. A la primera gran protesta convocada por la AVT y apoyada por el PP contra el Gobierno —en enero hubo una que derivó en insultos al Gobierno, pero que había empezado como una defensa apartidista de las víctimas—, se sumaron otras dos masivas apoyadas por los populares: una, contra el matrimonio igualitario; y otra, contra el traslado a Cataluña de los papeles de Salamanca. Para alentar la asistencia a esta, Ángel Acebes, entonces secretario general del PP, acusó al Gobierno de animar la “ruptura de la unidad de España”. La idea de la unidad nacional en peligro reapareció en noviembre, en una manifestación contra la reforma educativa que el PP apoyaba para evitar la “desvertebración de España”.

Mariano Rajoy, entonces líder del PP en la oposición, en una manifestación convocada en Madrid en junio de 2025 por la Asociación de Víctimas del Terrorismo contra el diálogo con ETA.

Regreso al manual

Tras perder en 2008, Rajoy redujo al mínimo la protesta callejera. Aunque el precio fue irritar a un sector de la derecha que sería clave para forjar Vox, a corto plazo la estrategia de templanza funcionó: mayoría absoluta en 2011. El tiempo probaría que el segundo mandato de Zapatero fue una excepción a la regla del PP en la oposición, que se resume con lo dicho por el historiador Cruz: agitar a sus bases contra una “izquierda” que pone en solfa la nación y la democracia.

Desde la llegada de Sánchez, el PP aplica el manual corregido y aumentado. El carrusel de protestas empezó con la aceptación por el Gobierno de un “relator” para negociar con el independentismo en febrero de 2019. A diferencia de la etapa de Rajoy contra Zapatero, el entonces líder del PP, Pablo Casado, tenía que lidiar con dos competidores, Albert Rivera (Ciudadanos) y Santiago Abascal (Vox). Y bajo esa presión convocó junto a ambos una protesta en Colón cuyo manifiesto muestra una inflamación mayor que los que leía Alcaraz: “humillación del Estado sin precedentes”, riesgo de “acabar con nuestra democracia”, “renuncia a preservar la unidad nacional” y “traición perpetrada por el Gobierno”. Hace más de seis años y el tono ha seguido subiendo desde entonces.

Los entonces líderes del PP, Pablo Casado, Vox, Santiago Abascal, y Ciudadanos, Albert Rivera, el 10 de febrero de 2019 en lo que más tarde se conocería como "foto de Colón".

Tras ganar Sánchez las elecciones adelantadas a abril con una campaña contra el “trío de Colón”, el PP ha reducido sus coincidencias con Vox en la calle. Ha habido asistencia simultánea de dirigentes de ambos partidos a manifestaciones, pero no foto conjunta de líderes, tampoco cuando han acudido a la misma cita: Casado y Abascal a una contra los indultos en Madrid en 2021; Feijóo y Abascal a una contra la amnistía en Barcelona en 2023. Pero este alejamiento no ha implicado que el PP haya bajado la intensidad o el tono de la movilización.

Al servicio de la ‘famiglia’

Desde enero de 2023, ya con Feijóo como líder, el PP ha convocado o respaldado al menos una docena de manifestaciones con repercusión nacional en las que la unidad de España o su democracia han sido presentadas en los mensajes oficiales como bienes bajo amenaza. El Gobierno obliga a un acto de defensa de la “soberanía indivisible de la Nación”, decía el manifiesto de una protesta de enero 2023 respaldada por el PP. Y advertía: “Los regímenes democráticos pueden mutar sin alzamientos militares a populismos colectivistas”. El mensaje aglutinante de los actos convocados por toda España por el PP en noviembre de aquel año decía: “Queremos democracia. No se ha visto una cosa igual en ninguna democracia occidental”. En marzo de 2024, un puñado de asociaciones convocaron una protesta, apoyada por el PP, alertando del “riesgo” para la “democracia”, la “paz pública” y la “pervivencia de la Nación”. El mes pasado, otra plataforma, también con el PP de su lado, llamó a movilizarse contra quienes quieren “liquidar a España como Nación” y han provocado una “una crisis democrática sin precedentes”.

Una persona muestra un cartel que acusa a Pedro Sánchez de destruir España durante una manifestación del PP contra la amnistía en Madrid en 2024.

Dentro del PP, quien más suele elevar el tono es Isabel Díaz Ayuso, que en diversos actos de manifestación contra el Gobierno ha dicho que Sánchez actúa de “forma tirana” para “cambiar el destino de una nación” (octubre de 2023), “nos llevará a una dictadura si no hay contrapeso” (noviembre de 2023) y junto a sus socios está “destrozando una nación de siglos” (enero de 2024). Ahora ha calentado la protesta del domingo comparando a España con Turquía y Venezuela. “La inmensa mayoría de las dictaduras caen”, arengó a los suyos contra el “autócrata” Sánchez en un mitin hace una semana.

Pero esta vez Ayuso no ha superado ningún listón, porque lo ha puesto difícil de alcanzar el propio Feijóo al llamar a Sánchez “capo” y presentar la manifestación como una elección entre “mafia o democracia”. En realidad, el mensaje es la culminación de un proceso. Conforme han ido avanzando varios casos judiciales —el caso Ábalos, los de la esposa y el hermano de Sánchez, el del fiscal general—, Feijóo ha ido centrando en la corrupción el factor de riesgo democrático, que tras la escandalosa irrupción de Leire Díez ha pasado a protagonizar el mensaje.

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el expresidente del Gobierno José María Aznar, durante una manifestación convocada por el PP contra la amnistía en 2024.

España vive un “momento crítico” para “la salud de su sistema democrático”, ha solemnizado Borja Sémper, portavoz del PP. El partido ha publicado un vídeo animando a decir en la calle “lo que no te dejan expresar en las urnas”. El argumentario de la democracia secuestrada por la “mafia” lo ha completado FAES, la fundación de Aznar, que ya se implicó al máximo en las protestas contra Zapatero. “En una democracia —sostiene ahora—, el poder se ejerce al servicio del interés nacional, no de la famiglia”.

Adrián Juste, analista del laboratorio de ideas Al Descubierto, identifica en la oposición del PP un patrón de “acoso y derribo” al Gobierno desde los últimos años de Felipe González que, contra Zapatero y Sánchez, llega hasta la “deslegitimación” del PSOE como “partido antiespañol”. Y no cree que Feijóo vaya a bajar el volumen en la calle, dado que ahora tiene un motivo extra para seguir: competir con un rival, Vox, que “conecta con generaciones jóvenes” a priori más dispuestas a la protesta. Así que tanto por interés electoral como por garantizar la cohesión de las propias filas, donde observa sectores permeables a la presión radical de Vox, Juste cree que la dirección del PP seguirá con la beligerancia en la calle.

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Sobre la firma

Ángel Munárriz
Ángel Munárriz (Cortes de la Frontera, Málaga, 1980) es periodista de la sección de Nacional de EL PAÍS. Empezó su trayectoria en El Correo de Andalucía y ha pasado por medios como Público e Infolibre, donde fue director de investigación. Colabora en el programa Hora 25, de la SER, y es autor de 'Iglesia SA', un ensayo sobre dinero y poder.
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