Chris Evert: “Siento que la Philippe Chatrier también es mía”
La estadounidense, ahora analista de Eurosport, conquistó siete veces París e hizo de su central su paraíso. Ahí dentro, recalca, creía que podía ganarle a cualquiera


Chris Evert (Fort Lauderdale, Estados Unidos; 70 años) retrocede con nostalgia hacia un pasado que siempre vuelve, pensando en que ya ha transcurrido más de medio siglo desde su primer triunfo en Roland Garros. “Guau, eso me hace sentir muy vieja; algo que, por otra parte, lo soy…”, bromea en la introducción la legendaria estadounidense, artífice indispensable de ese meter los codos y abrirse paso del tenis femenino en los años setenta, cuando todo estaba en contra: el tenis, entonces, era un escaparate exclusivo para los hombres. Pero llegó Billie Jean King para derribar el muro y luego lo hicieron ella y, claro, la gran Martina Navratilova, socia indispensable. Una de las rivalidades más fascinantes de la historia.
“En aquellos años, el público de Roland Garros no apreciaba en absoluto el tenis femenino”, relata Evert, en condición ahora de analista del canal Eurosport, que retransmite en directo y exclusiva todos los partidos del grande francés. “Solo se centraban en los hombres, en Nastase, Borg y Connors. Pero cuando empezamos a competir Martina y yo, todo cambió. Empezaron a disfrutar también con nosotras. Siempre he pensado que este torneo fue el último grande en apreciar a las mujeres; así lo pienso, luego tengo que decirlo. Pero ahora lo hacen, y eso es muy bueno”, prosigue la norteamericana, la otra dueña de París. Rey Nadal, reina ella. Siete veces campeona.
“Yo era de esas jugadoras que no solían salir mucho de la habitación, pero Philippe Chatrier [el tenista que da nombre a la central] nos llevó a mi madre y a mí al Lido [el cabaré situado en los Campos Elíseos] el primer año que fui allí y me quedé impresionada. Tenía como 18 años y nunca había estado en un club nocturno con mujeres en topless”, apunta, al tiempo que dice que París, todos sus museos, todo su arte y sus cafés, son especiales para ella. Nadal y la tierra, así es; y Evert y la arcilla, también. “Era mi mejor superficie, tengo el récord femenino. Y me quedo con el triunfo del 85, porque había perdido como 13 veces seguidas contra Martina...”, precisa.
Roland Garros no apreciaba en absoluto el tenis femenino. Hasta que llegamos Navratilova y yo
Cuenta Evert que en aquel momento [tenía 31 años] todo el mundo la consideraba “mayor”, pero aún le quedaba “un último hurra”. En su primera participación (1973) perdió la final contra Margaret Court —la más laureada de todos los tiempos, 24 majors— porque no “no entendía la importancia de ganar” y todavía “no había aprendido a jugar los puntos importantes”, pero fue resarciéndose y se coronó siete veces, la última de ellas en el 86. Atrapó 18 grandes, pero en ninguno dominó más que en el francés. “Siento que la Philippe Chatrier también es mía, sin compararme con Nadal, lógicamente”, matiza; “en mi pequeño mundo, sentía que en esa pista podía ganarle a cualquiera”.
Se expresa con un respeto reverencial sobre el mallorquín, a quien considera que nadie podrá igualar sobre arena ni en términos mentales. “Desde ese punto de vista, no creo que vaya a haber nadie como Rafa. Él era como Hércules, ganó 14; 14, ¿verdad? Buf”, sentencia. ¿Y podría Alcaraz seguir sus pasos, y llegar a convertirse en un dominador de la superficie? “No lo creo. Carlos es más versátil, ganará en París y títulos en tierra, pero no creo que llegue a ser tan dominante como en pista dura y hierba”, puntualiza, elogiando las condiciones del murciano: “Está lleno de sorpresas, tiene todos los tiros del catálogo y Nadal no, es más completo. Pero no creo que vuelva a haber otro como Nadal desde esa óptica psicológica”.
Destaca la movilidad del heredero, “porque se desliza como nadie”, y considera que ahora “es más disciplinado”. “Antes”, recalca, “perdía algunos partidos porque era demasiado agresivo e iba a por todas”, pero ahora “tolera los intercambios de 10, 11 o 12 golpes, y no busca el ganador al cuarto o el quinto tiro”. Y es que, al fin y al cabo, el tenis sobre tierra “es eso, golpear, golpear y golpear hasta que abres la pista. Hay que ser paciente”. Cree Evert que es de nuevo el favorito, pero no escatima a la hora de enumerar las virtudes del número uno, Jannik Sinner. Describe: “Es como un robot, tiene potencia y se mueve muy bien para su altura [1,88]. Lidia muy bien con la presión”.
Alcaraz se desliza como nadie, cada vez es más disciplinado. Pero mentalmente, Sinner es más duro
Y cita a continuación una diferencia entre uno y otro: “Creo que mentalmente, es más duro que Alcaraz”. Se refiere también a Novak Djokovic, hoy día un interrogante. Se le hace familiar la situación. “Estuve en una situación similar cuando tenía treinta y tantos, y estaban llegando Graf y Seles… Los comentaristas decían: ‘Chrissie no va a volver a ganar nunca un major…’. Pero lo hice. Así que nunca descartaría a Novak. Ahora bien, conforme vas haciéndote mayor vas perdiendo consistencia, no puedes estar al cien por cien cada día y tienes más altibajos, así que no sé si será capaz de tener la consistencia suficiente como para ganar siete partidos seguidos”, indica.
Evert se retiró en 1989, con 157 trofeos en la estantería —supera únicamente por Navratilova, 167— y reconocida como uno de los grandes personajes históricos del tenis. Lideró el circuito durante 270 semanas —la cuarta en el escalafón, encabezado por Steffi Graf, 377— y, como a todas y todos, le costó “decir adiós”. “Es duro retirarse”, como también lo es el presente de Iga Swiatek, la última gobernadora de la tierra: “No sé si es una cuestión emocional, algún componente de su vida o simplemente el juego, que las demás están leyendo mejor su tenis, pero debe tocar algo. No gana desde hace un año, pero confío en que recupere su nivel porque es una buena persona”, cierra.
EN LOS PROMEDIOS DE NADAL
Preguntada por las opciones de unas y otras en este torneo, Evert concede a Swiatek, Sabalenka y Gauff un porcentaje similar. La segunda, al frente del circuito desde octubre, “ha aprendido a tener paciencia”, por lo que el desequilibrio de otras ediciones se ha reducido.
La estadounidense cree que el episodio de dopaje “afectó mucho mentalmente” a la de Varsovia —suspendida un mes, entre septiembre y octubre del curso pasado—, dado su deseo de “ser respetada y irada, un modelo a seguir”.
También menciona a Jasmine Paolini, puesto que considera a la italiana “la jugadora más versátil, capaz de hacer de todo”. Destaca en la exposición, también, la evolución física de las jugadoras, ya que hoy día “pasan horas en el gimnasio fortaleciéndose”.
Evert protagonizó una pugna antológica con Navratilova, que finalmente se resolvió a favor de la segunda: 43-37 en los duelos directos, 36-24 en las finales, 14-8 en los pulsos de Grand Slams, 10-4 en grandes finales y una excepción. Cómo no: 11-3 en tierra batida para la primera.
Sus registros en París apuntan al éxito en 1974, 1975, 1979, 1980, 1983, 1985 y 1986. Jugó 78 partidos, de los que ganó 72; un promedio del 92,3% que no dista demasiado del 95,7% de Nadal. El balear promedió en tierra un 90,4% en 539 encuentros, frente al 94,2% de ella en 468.
Respecto a otras referencias en la superficie, el porcentaje de Evert supera los de la alemana Graf (89,2%) y la polaca Swiatek (87,2%), aunque esta última, tetracampeona, está de momento por encima en París, con un 94,6%; no así la primera, hexacampeona, con un 89,7%.
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