La inflación de la zona euro cae por debajo del 2% dos días antes de la reunión del BCE
El alivio de los precios da margen a Lagarde para aprobar una nueva bajada de tipos de interés oficiales


La inflación está donde quería el Banco Central Europeo, en torno al 2%. El IPC de la zona euro en mayo se ha situado en el 1,9%, según Eurostat. Ya en septiembre cayó por debajo de esa cifra totémica que se maneja en Fráncfort y, ahora, a dos días de la reunión del Consejo de Gobierno del regulador monetario se publica que vuelve a situarse bajo ese listón. Los argumentos de quienes defienden un nuevo recorte de los tipos de interés oficiales se ven reforzados.
Por ahora los primeros compases de la guerra comercial no están afectando a los precios en la UE y si lo están haciendo no es presionando al alza a la inflación. Bruselas ha suspendido las represalias aprobadas para dar margen a la negociación con Estados Unidos y está preparando más, pero todavía no hay respuestas proteccionistas en marcha y, por tanto, no hay consecuencias inflacionistas por ese lado.
Con los datos divulgados por Eurostat, se puede concluir que en la marcha de los precios en la zona euro todavía dominan más los factores que detonaron la crisis inflacionista en 2022: los combustibles y, por extensión, la energía. Este componente del índice retrocedió al 3,6% en mayo frente al resto que si sitúo en terreno positivo.
También ha ayudado a reducir la inflación que los precios de los servicios, una rúbrica que se ha movido con retraso respecto al resto de factores que influyen en el IPC, han caído: en abril crecían al 4% y en mayo lo han hecho al 3,2%.
Además de estos argumentos, hay otra clave que da más margen al BCE para proseguir abaratando el precio del dinero: la inflación subyacente, a la que se le restan los productos más volátiles de la cesta de la compra (energía, alimentos fresco y bebidas), ha bajado hasta el 2,5%. Este indicador es observado de cerca por las autoridades monetarias a la hora de tomar sus decisiones.
Los datos vistos en días precedentes de las principales economías de la zona euro ya anticipaban lo observado por Eurostat. Los precios habían retrocedido en mayor o menor medida en Alemania (2,1%), Francia (0,6%), España (1,9%) y Países Bajos (3%), y estos países, junto con Italia, son los que tienen un mayor peso en el dato ponderado conocido este martes. Frente a ellos, han sido países más pequeños y, por tanto, con menos capacidad para mover la estadística, los que han visto que los precios subían: Estonia (4,6%), Croacia (4,3%) y Eslovaquia (4,3%).
Este tipo de números son los que le han permitido a ING Research decir ya el pasado viernes que el recorte de tipos este próximo jueves “es un hecho”. No obstante, en su nota, los economistas holandeses creían que “los halcones” podrían encontrar argumentos para pisar el freno de las bajadas: van cinco desde que empezó a relajarse la política monetaria. “Debido principalmente a los efectos de anticipación, la economía de la eurozona ha demostrado ser bastante resistente, sorprendiendo al alza en el primer trimestre. [...]. Esta inesperada resistencia, así como un resultado aún menos claro que nunca en las negociaciones comerciales y los anuncios de aranceles, podrían motivar a algunos del BCE a pausar el ciclo de recorte de tipos y esperar en su lugar hasta su reunión de julio”, apuntan.
No obstante, estos mismos analistas apuestan a que “la esperada revisión a la baja de las previsiones de inflación y una caída mucho más temprana de la inflación general por debajo del 2%, junto con el creciente riesgo de que la inflación se sitúe por debajo de lo previsto, deberían inclinar la balanza hacia un recorte de tipos de 25 puntos básicos”.
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