10 libros para lectores de 4 a 16 años para amenizar las largas tardes de verano
Entre el último capítulo de la serie favorita, la final de natación sincronizada o de bádminton de los Juegos Olímpicos y el chapuzón de rigor en la playa o la piscina queda tiempo de sobra para leer
Montaje de libros infantiles y juveniles recomendados para este verano.
Las tardes de verano son especialmente largas. Lo son, incluso, en tiempos de Netflix. También en un verano como el de 2024, un regalo para los amantes del deporte en el que se han sucedido las retransmisiones televisivas de Wimbledon, la Eurocopa de fútbol, el Tour de Francia, y los Juegos Olímpicos. Incluso en esas tardes, entre el último capítulo de la serie favorita, la final de natación sincronizada o bádminton y el chapuzón de rigor en la playa o la piscina, queda tiempo de sobra para leer. De hecho, siempre hay tiempo si se trata de leer un buen libro.
En Mamás y Papás hemos seleccionado 10 títulos de publicación reciente para amenizar las tardes veraniegas de los lectores de entre 4 y 16 años. Entre ellos, la historia de una niña capaz de imaginar y crear un mundo con su lápiz, la adaptación a formato cómic de un clásico de la literatura juvenil como El ojo del lobo que aborda temas tan actuales como la inmigración y la destrucción de espacios naturales; una novela gráfica para despertar el lado más combativo y reivindicativo de los jóvenes concienciados con el problema que supone el cambio climático o una historia trepidante de autodescubrimiento poblada de fantasmas, brujas y leyendas.
La editorial Pastel de luna cierra con este volumen la serie 100 pisos, del autor japonés Toshio Iwai (traducción de Natalia Asano Cubi). En este álbum ilustrado que se lee en vertical, Iwai recupera a unas criaturas del folclore nipón, los Kappa. Uzu, precisamente, es un Kappa, pero no lo sabe. Piensa que es un renacuajo, aunque lleva tiempo extrañado al ver que a sus amigos les crecen las patas y a él no. El movimiento de una roca enorme, cuya caída pondría en peligro la existencia del pantano, obligará a Uzu a recorrer los 100 pisos de vida submarina en busca de ayuda. Un viaje de ida y vuelta que también constituirá un viaje de autodescubrimiento para el tierno protagonista de esta refrescante historia que invita a darse un chapuzón para descubrir junto a Uzu las extrañas criaturas que habitan el fondo del pantano.
Con apenas unas pocas palabras extraordinariamente bien elegidas por Federico Levín y unas ilustraciones limpias y sencillas de Nico Lasalle, en un blanco y negro solo salpicado por algunas notas de color (el vestido rosa de la niña, el azul de sus ojos, el amarillo del lápiz), los autores argentinos dan forma a un clásico instantáneo de la literatura infantil que, con sus múltiples capas de lectura, es capaz de enamorar a lectores de todas las edades. Este álbum ilustrado, una oda a la imaginación infantil (¡la de mundos que se pueden crear con un lápiz!), es también una reivindicación de los derechos de la infancia (un hogar, una cama, juguetes, libros y alguien que te los lea); pero, además, en esa niña sola que tiene que inventarse una vida con su única herramienta (sí, un lápiz), uno no puede dejar de ver una denuncia por la soledad que experimentan muchos niños y niñas en el mundo.
Con la exquisitez y el cuidado que caracteriza a sus publicaciones, Club Editor, a través de su colección infantil ‘La amiga imaginaria’, ha empezado a publicar en España los libros infantiles que el autor japonés Hiroshi Ito (traducción de Verónica Calafell) dedicó a su personaje más emblemático, el señor Ruraru, un hombre solitario, de costumbres fijas y maniático —como todas las personas solitarias y de costumbres fijas—. En esta entrega, animado por los animales que viven en su jardín, el señor Ruraru se verá empujado a tocar un violín que cuida y mima con celo —aunque nunca toca—, una herencia de su padre. El sonido del instrumento despertará los recuerdos del protagonista en esta historia que respira nostalgia y está cargada de un sentido del humor que roza el absurdo y que hará reír, bailar y rascarse el culo (sí, rascarse el culo) a los pequeños lectores.
Una pareja de pescadores que faena en alta mar atrapa en sus redes a una niña. No saben nada de ella, tampoco cómo ha llegado al fondo del mar, pero deciden adoptarla. La llaman Stella Maris y la niña, para sorpresa de sus padres adoptivos, empieza a crecer exageradamente, hasta convertirse en una giganta. Este es el punto de partida de esta bella historia de la artista belga Gerda Dendooven (traducción de Goedele De Sterck), que da forma a un cuento de hadas sobre el amor incondicional de los padres y sobre la capacidad de resiliencia de una niña que, lejos de hundirse por una diferencia que provoca el rechazo de los demás (los demás adultos, que no los niños), coge las riendas de su vida para buscar y encontrar su lugar en el mundo. Las ilustraciones de Dendooven que acompañan al texto son una auténtica delicia.